Notas

La recuperación económica se vuelve más homogénea

El Economista | Economía

Tras una caída inédita entre febrero y abril de 2020, que fue cercana a 26%, la actividad económica comenzó una gradual y sostenida recuperación desde entonces y, para diciembre pasado, el 88% de lo perdido ya se había recuperado. Así, la economía se encontraba 3% por debajo de los niveles de febrero de acuerdo al Indec. Ese “gap” se siguió achicando en el primer bimestre de 2021.

Sin embargo, el promedio esconde una gran heterogeneidad sectorial, con sectores arriba de la prepandemia y otros, aun debajo.

Tal heterogeneidad estuvo intrínsecamente asociada al profundo cambio en las rutinas que generó la pandemia del coronavirus. Las personas pasaron mucho más tiempo en sus hogares, de modo que en un primer momento los consumos ligados a la vida dentro del hogar (como electrodomésticos, electrónicos, muebles o materiales de construcción, entre otros) se incrementaron (o, en el peor de los casos, se contrajeron poco), a expensas de otros –ligados a la sociabilidad o a la vida fuera del hogar–, como el turismo, la gastronomía y el entretenimiento, que sufrieron contracciones inéditas”, sostiene el último informe del CEP XXI del Ministerio de Desarrollo Productivo.

En líneas generales, agrega, “los bienes salieron ganadores relativos frente a los servicios, aunque al interior de ambos hubo también heterogeneidades: aquellos bienes vinculados a la vida dentro del hogar (como los mencionados) o al transporte propio (como bicicletas, motos y autos) salieron fortalecidos, en tanto que aquellos ligados a las reuniones sociales (como indumentaria, calzado o bijouterie) terminaron mucho más perjudicados”.

En los servicios también se observó lo mismo, agrega el documento. “Aquellos conectados con la vida hogareña (como telecomunicaciones, electricidad, gas, agua) se mostraron mucho más estables que aquellos derivados a actividades fuera del hogar –y en donde además el distanciamiento social es más dificultoso–, como gastronomía, turismo y entretenimiento”, señala.

La heterogeneidad en términos territoriales también fue notoria: aquellas regiones más especializadas en la producción de bienes agroindustriales salieron mucho más indemnes de la pandemia que aquellas especializadas en turismo o en hidrocarburos (cuyo precio se desplomó por la pandemia).

Ajustando aún más la lupa, en el plano barrial, las zonas residenciales se revitalizaron a expensas de los distritos de oficinas (como el microcentro porteño), cuya circulación callejera se redujo notoriamente por el auge del teletrabajo. “Por supuesto, también la evolución sanitaria de cada jurisdicción repercutió sobre el desempeño económico: las zonas con menores contagios (como por ejemplo Formosa y Misiones) experimentaron los mejores desempeños en la actividad comercial, en contraste con lo ocurrido en muchas otras provincias”, agrega el CEP XXI.

Sin embargo, con el correr de los meses y cierto regreso a la normalidad, esa heterogeneidad de la recuperación se fue atenuando. En otras palabras, los sectores más castigados durante 2020 son los que ahora lideran. “Para ponerlo en números, el 67% de las ramas productivas que en noviembre estaban cayendo en términos interanuales mejoraron su desempeño hacia enero. A la inversa, el 76% de las ramas que en noviembre crecían en términos interanuales empeoraron su performance en enero. Esto no significa que tal 67% haya pasado a crecer, sino que en la gran mayoría de los casos se recortaron las caídas. A la vez, el mencionado 76% que empeoró no necesariamente pasó a terreno negativo, sino que en la mayoría de los casos desaceleró el ritmo de expansión”, detalla el CEP XXI.

A modo de ejemplo, la totalidad de las ramas ligadas a gastronomía y turismo se recuperaron entre noviembre y enero. Si bien todas continúan con contracciones –dado que la recuperación ha sido parcial–, el recorte de las caídas fue muy significativo. Algo parecido ha ocurrido con la gran mayoría de las empresas de transporte de pasajeros, o con aquellas ligadas a recreación y cultura (principalmente, las ligadas al deporte y la actividad física y a los parques de diversiones). En contraste, muchas ramas que venían experimentando un gran crecimiento en noviembre morigeraron el ritmo de alzas en enero. Es, por ejemplo, el caso de la fabricación de bicicletas o de cocinas y calefones.

El consumo

Si ponemos la lupa en el comercio minorista observamos exactamente el mismo patrón: las ramas que estaban más golpeadas en noviembre tendieron a ser las que más se recuperaron en los últimos meses (aunque aún persisten por debajo de los niveles prepandemia). Por ejemplo, los comercios ligados a la talabartería, el cuero, la marroquinería, el calzado y la bijouterie experimentaron en todos los casos recortes de caídas en un rango que va de los 12 a los 30 puntos porcentuales. A la inversa, los comercios de mayor dinamismo en 2020 (como las ventas por Internet, o aquellos ligados a materiales de construcción) siguieron en terreno positivo, pero desacelerando la tasa de crecimiento en una magnitud que va de 10 a 30 puntos porcentuales”, detallan desde el CEP XXI, en base a datos de facturación de AFIP.

Por geografías

A nivel territorial se observa el mismo fenómeno: las jurisdicciones que en noviembre persistían con severas caídas en la actividad comercial fueron las que más se recuperaron y, a la inversa, aquellas que exhibían mayores tasas de crecimiento moderaron el ritmo de las alzas. “A modo de ejemplo, en noviembre la actividad comercial en Formosa crecía al 13,3% y en Neuquén (la de mayor caída) se contraía al 16,4%, dando como resultado una brecha de casi 30 puntos porcentuales entre las provincias de mejor y peor desempeño relativo. En enero, Formosa continuó creciendo (aunque al 5,2%) y Neuquén redujo el ritmo de baja al 10,4%, dando como resultado una brecha en torno a los 15 puntos porcentuales. A su vez, provincias como Santa Cruz y Tierra del Fuego -que en noviembre caían en dos dígitos- pasaron a terreno positivo interanual en enero.

En el AMBA también se observa un patrón similar, y particularmente en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Barrios más céntricos como La Boca, San Telmo, Montserrat o Recoleta estuvieron entre los que más mejoraron entre noviembre y enero de 2021 (aunque siguen en terreno negativo), en tanto que zonas residenciales como Villa Luro, Paternal, Agronomía o Parque Chas (que crecían en noviembre) fueron las que más empeoraron su desempeño”, dice el CEP XXI.

Las causas

En primer lugar, tras el pico de contagios de octubre (que en algunas provincias como Santa Cruz llegó a darse en enero) la circulación de personas tendió a incrementarse y, a la vez, se rehabilitaron varias actividades productivas en todo el territorio nacional. Por ejemplo, el turismo pasó a estar plenamente habilitado en el país en enero (siendo diciembre el mes bisagra), lo cual derivó en una rápida (aunque inconclusa) recuperación del sector.

En segundo orden, es posible que los distritos que estuvieron más afectados por la pandemia (como por ejemplo las provincias patagónicas) hayan tenido una recuperación de la actividad comercial por efecto de lo que se puede llamar “consumo postergado”. 

En tercer orden, la mayor frecuencia de las reuniones sociales incentivó el consumo de bienes como indumentaria, calzado y bijouterie, con el consiguiente impacto positivo en los comercios especializados de esos rubros. A su vez, en la medida en la cual las personas fueron saliendo más de los hogares los patrones de consumo han ido –muy gradualmente– pareciéndose a los de la prepandemia. “Ello explica por qué ramas como la venta minorista de muebles o materiales de construcción han ido perdiendo el dinamismo que llegaron a tener en varios meses de 2020”, dicen.

Define el virus

En suma, todas las estadísticas apuntan a una normalización de la vida económica, con su correlato productivo y comercial. Sin embargo, el crecimiento de los casos de Covid-19 y la eventual aplicación de nuevas restricciones podrían afectar las dinámicas a futuro. Recién cuando la pandemia quede finalmente atrás, se verá cuáles serán los ganadores y perdedores estructurales de la “nueva normalidad”.